La Universidad de Sidney desarrolla una nueva generación de robots que mejorarán la seguridad en el sector minero de Latinoamérica, además de otros para labores de agricultura, arqueología e investigación biológica.
 
El director del Centro de Robótica de Campo de la Universidad de Sidney, el argentino Eduardo Nebot, declaró a la agencia EFE que accidentes como el que ocurrió hace unos dos años en la mina San José obligan a perfeccionar la seguridad en las minas mediante nuevas tecnologías.

Nebot señaló que en el centro se trabaja para “desarrollar nuevas tecnologías autónomas que permitan reducir las condiciones adversas” y evitar la presencia de seres humanos en las zonas subterráneas con riesgo de derrumbes o en áreas de escasa visibilidad por la neblina, la lluvia o la nieve. Otros robots saldrán de este centro, que recibe financiamiento de grandes empresas mineras, para mejorar la búsqueda y extracción de minerales de calidad, reducir el impacto medioambiental, prevenir desastres ecológicos como los causados por derrames y vertidos de sustancias contaminantes o para reemplazar al trabajador por robots en tareas repetitivas y tediosas.
 
El investigador argentino indicó que tienen varios proyectos con Argentina y Chile centrados en la seguridad minera, y añadió que él dirige un programa financiado por el organismo de cooperación australiano para “mejorar la seguridad en las minas de los países latinoamericanos”.
 
Este centro, considerado el más grande a nivel mundial en la investigación de robótica de campo, también diseña robots autónomos que ayudarán en tareas de seguridad y defensa, que protegen el medio ambiente y el transporte de cargas pesadas o peligrosas.

El profesor Stefan Williams explicó que una de las mayores dificultades es crear robots capaces de “aprender y entender su entorno” y de “tomar decisiones por sí mismos”, habilidades que consideró necesarias en los sistemas de vigilancia o en los rociadores aéreos para eliminar malas hierbas.
 
Los científicos de la Universidad de Sídney también inventaron un artilugio autónomo que estudia el lecho marino y que ha tomado fotografías nítidas de las ruinas de una ciudad sumergida o que dan cuenta del deterioro del medioambiente submarino. Mari Velonaki y David Rye son los creadores de “Diamandini”, un androide de 1,55 metros de altura que ayudará a entender las interacciones entre robots y seres humanos en espacios sociales a través de sus movimientos, y en una etapa posterior mediante el contacto.