Por Oscar Martínez Bruna

Hace exactamente diez años, el mundo fue testigo del más impactante recate minero jamás visto, transmitido en vivo y en directo desde la mina San José, en el norte de Chile.

33 mineros que habían quedado atrapados en el fondo de la mina volvían a ver la luz luego de pasar más de dos meses a 720 metros de profundidad.

Seres humanos que apenas se conocían tuvieron que organizarse para sobrevivir, aprendieron disciplina y racionaron los escasos alimentos que había en el refugio de seguridad de la mina.

Su alimento durante el tiempo de encierro fue un par de cucharadas de atún enlatado y medio vaso de lecha cada 48 horas, durante los 17 primeros días de un sobrevivencia con oscuridad total, humedad extrema y condiciones ambientales que pusieron a prueba su voluntad de vivir.

El 5 de Agosto se cumplió el tristemente recordado episodio que movilizó a un amplio y complejo operativo. En aquel entonces, el Presidente de Chile, Sebastián Piñera, cumplía los primeros meses de su gestión en el poder, culminada cuatro años después.

Tuvieron que pasar más de dos semanas para que el mundo pudiera saber que todos los mineros se encontraban con vida y a salvo “,,,en el refugio los 33.”

La vida de todos ellos sin dida cambió en muchos sentidos. Una vez fuera de la mina, fueron invitados a programas de televisión, viajaron por el mundo, recibieron reconocimientos y cinco años después, Hollywood hizo una película sobre su historia llamada “Los 33,” protagonizada por Antonio Banderas y Juliette Binoche, entre otros actores de talla mundial.

Hoy, sin embargo, algunos de los verdaderos mineros aún sufren pesadillas y enfermedades derivadas de su traumática experiencia en las profundidades de la tierra. Acusan abandono, y resienten el paso del tiempo. Ya no se juntan, y sólo algunos de ellos mantienen un contacto permanente.

Actualmente los mineros viven su “segundo confinamiento,” pero esta vez rodeados de sus familias y con condiciones y circunstancias muy diferentes.